Lo que hago, lo que hacemos (Vettonia) y un poco más... (todas las fotos por MBReig salvo que se diga lo contrario)
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miércoles, 30 de julio de 2014

UN LUGAR PARA PERDERSE

CAP DE CREUS. Julio 2014. Al borde de una cala cerca de Cadaqués,
buscando aguas calmas en plena Costa Brava, en las que remojar y refrescar nuestras viajadas y sudorosas carnes, nos topamos con un personaje... Bohemio (en el vivir), maduro (casi sesentón, diría yo) de no mal ver, trotamundos de subido ego... El hombre vivía en un Mercedes, clase GL, de color oscuro y lunas tintadas. En el maletero, abatidos los asientos, tenía él su colchoneta para dormir, su nevera, su maleta y su propia biblioteca de viaje. No necesitaba más, decía. Pasaba tres o cuatro meses al año viviendo y viajando de esa guisa. Había sido marinero en esas aguas y por lo que contaba debía haber probado en mil y un oficios. Hace unos años vendió su moto BMW 1200 por 9.000 Euros y se compró por 5.000 un Mercedes SLK deportivo y descapotable de segunda mano en el que llevaba a su novia a París y que luego cambió por esa "casa con ruedas" (el deportivo, se entiende. La novia, ¡vaya usted a saber!). En fin, entre tanto "yo he sido, yo he hecho, yo he estado en..." sacó un maravilloso y detalladísimo libro de las playas de Gerona y las mejores rutas para recorrer en moto y nos dio el consejo del día: "Estáis de suerte. Hoy no sopla Tramontana. Es un día perfecto para subir al Cap de Creus. Hoy el viento no os tirará la moto".
¿Una Voll Damm?
La moto-disco-móvil
¡¡GRACIAS, GRACIAS GRACIAS!!. Estupendo consejo. ¡Qué lugar!, ¡qué vistas!, ¡qué puesta de sol!, ¡qué tranquilidad!, ¡qué fresquito!, ¡qué paisaje!.
La subida por el puerto nos llevó por una carretera estrecha, llena de curvas, solitaria y dibujada entre tremendas rocas oscuras, con el mar de fondo. El suave zig-zag de la moto nos trasladó a otro mundo. Cap de Creus, donde el silencio te transforma y te integra en la bestial simplicidad de la naturaleza.

En un rincón... este "elemento" a modo de "Discoteca-Móvil". El DJ calzaba sesenta y muchos... ropa vaquera, botas, pañuelo pirata, barba rala y canosa. Otro viajero trotamundos pinchando la buena música que llegaba flotando con el viento hasta nuestra mesa. Fue sólo un rato. Sólo el tiempo de alargar una Voll Damm y uno o dos pitillos, que resultó mágico: el atardecer, la compañía, la música, las vistas.y la suma de tantas cosas especiales, que detuvieron el tiempo placenteramente, haciéndonos tomar conciencia de que... ¡Estábamos de Vacaciones!
El mundo a los pies